El próximo alcalde de Sóller, cara a cara con un moro. Foto: TOMÁS MONSERRAT.

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Cuatrocientos cuarenta años después, el pueblo de Sóller no olvida. Como cada once de mayo, una fecha que se recuerda de generación en generación como fatídica "aunque hoy es sinónimo de fiesta y alefría", ayer más de mil personas participaron en el tradicional firó de la ciudad del valle. Una batalla que año tras año, y a pesar de ganar siempre los mismos, divierte tanto a espectadores como a quienes forman parte de la historia. Recordando aquel día de primavera de 1561, este lunes se batió un nuevo récord de personas que quisieron recordar la lucha entre moros y cristianos.

Payeses "entre ellos el jefe del Sector Naval de Balears, Pomar Mendizábal, y el alcalde Joan Arbona" y sarracenos "entre ellos el delegado de Defensa de Balears, Cristòfol Sbert" aportaron gran espectáculo en su insaciable batalla en las playas de Can Repic y Can Generós. A primera hora de la tarde, las campanas del pueblo de Sóller repicaron rememorando el gesto que se repetía en la Edad Media para alertar a la población de la llegada de navíos enemigos.

Los vecinos que representaron a los payeses se reunieron en la Plaça dels Estiradors para acudir a la lucha contra los moros. Desde la Plaça de la Constitució, el capitán Angelats grita su frase más célebre: A la lluita, sollerics!! Y ante ese grito de defensa, hombres y mujeres "conocidas desde entonces por su valentía", armados hasta los dientes, pusieron rumbo a la playa de Can Generós, donde las tropas sarracenas intentaban desembarcar y lograr el malvado objetivo, apoderarse del pueblo. Pero el tesón de los sollerics se lo impide, por lo que nuevamente lo intentan con más bríos, esta vez en la playa d'en Repic, donde en esta ocasión los moros consiguieron llegar a la orilla.

La tremenda lucha, cuerpo a cuerpo, se reprodujo otra vez este año entre moros y cristianos, se vivió una vez más con intensidad, tanto como que incluso hubo un participante que tuvo que ser atendido por los servicios de emergencia al sufrir un paro cardíaco. Otros, por el contrario, se dedicaron en cuerpo y alma a la desbordante consumición de herbes y licor, por lo que a última hora de la batalla algunos tuvieron que ser atendidos por problemas etílicos. Pese a estos incidentes, la fiesta fue constante durante toda la tarde, barcos desembarcando y enfrentamientos a orillas en la playa, hombres y mujeres de Sóller defendiendo a cuerpo y alma su tierra. En el puente d'en Barona, las tropas sollericas se repliegan y vuelven a enfrentarse con los invasores.

Pero la inagotable persistencia de los moros llega hasta el saqueo de las casas y de la iglesia tras haber desembarcado en ses Puntes y entran al pueblo por el Camp de s'Oca. El rey de los moros se proclama vencedor al llegar a la plaza, pero la historia continúa cuando los payeses y payesas llegan al pueblo agotados y comprueban que sus casas han sido saqueadas pero la encendida proclama de Angelats logra convencerles para que sigan luchando hasta que, por fin, la victoria de convierte en realidad.