Homenaje a una vida dedicada al trabajo

Antes de la entrega de la placa, Francisca Alomar vio cómo el presidente de la asociación Amics de l'Art, Joan García Orell, le entregó un diploma en reconocimiento del arte culinario del que ha hecho gala durante más de medio siglo esta gran cocinera sineuera, no sin antes ver cómo le caía alguna lágrima tras un emotivo discurso ofrecido por Joan García. Un total de 18 mujeres empresarias acompañaron a Francisca en un día tan especial para ella, entre las que había fundadoras de la asociación y los más jóvenes fichajes.

Así, en sus inicios como empresaria, llegaban al lugar mineros y trabajadores, que aunque no tuviesen dinero, comían caliente y se resguardaban del frío. Este detalle se lo tiene bien aprendido su hija, Joana, que sigue al pie de la letra las enseñanzas de su madre al frente del negocio familiar. Los tres hijos de la homenajeada, Joana, Toni y Guillem, son ahora los encargados de llevar sobre sus hombros el peso que llevó tanto tiempo su madre, que contó en todo momento con el esfuerzo de su marido Pedro Fuster, más conocido en el pueblo como «Perico».

Seis empleados ayudan ahora en el celler que un tiempo, en sus inicios, era un hostal con siete habitaciones, del que Francisca heredó de sus padres las ganas y el esfuerzo por el oficio. Así, en la década de los años 40, Perico criaba animales y sembraba los alimentos con los que Francisca trabajaba para ofrecer a sus clientes. El secreto de su éxito como mujer y como empresaria radica en la bondad, el buen trato a los clientes, cómo no una cocina casera al gusto de cualquier comensal.