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El silencio y la devoción presidieron ayer noche la procesión del davallament de Pollença, que después de un año de negociaciones quedó fuera de polémicas sexistas. Las mujeres quisieron apoyar con su presencia a una alcaldesa, Francisca Ramón, que en la Semana Santa de 2000 no pudo presidir el «Davallament» por el simple hecho de ser mujer.

Este año, y tras tensas negociaciones con los cofrades, la alcaldesa, acompañada por el conseller de Turisme del Govern balear, Celestí Alomar, y por Francina Armengol, asistió al davallament. Numerosas mujeres la animaron con su presencia por las calles. Estas autoridades, que en un principio debían asistir a la procesión tras el clero, optaron por un lugar más discreto y vieron el desfile que cerraba la cofradía de las Capas, cuyos estatutos impidieron a Francisca Ramón presidir la procesión el año pasado, desde el palco.

La procesión del davallament es una de las más vistosas de la Semana Santa balear. Declarada de interés turístico en el año 1966, miles de devotos y también curiosos se acercan cada año a presenciar el descendimiento del Cristo Crucificado desde la ermita del Calvario a la parroquia. El Cristo crucificado recorre los 365 peldaños de la escalinata del Calvario.