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¿Veremos alguna vez a Eva Sannum en Marivent? Estamos casi todos atentos y expectantes por si el príncipe don Felipe se trae a Mallorca a su novia, la modelo noruega Eva Sannum. Lo de novia es porque se dice que la chica es su novia y nadie lo ha desmentido. Bien, da lo mismo. Lo cierto es que por el momento Eva no viene, o al menos nosotros no la hemos visto. Y si viene, será de tapadillo, pues a Marivent no irá. Es más, estoy convencido de que ni ahora ni nunca pisará el palacio de Joan Miró. ¿Por qué? Porque jamás será la prometida oficial del Príncipe y, por ende, la reina de los españoles. O si lo es, mucho tendrán que cambiar las cosas de como están ahora mismo. Porque vean: Estamos de acuerdo con que el Príncipe se puede casar por amor con una plebeya que sea de su gusto. Ahora bien, esa plebleya que lo enamore debe tener una cultura o, cuando menos, una vocación de servicio a la sociedad española. Que sea algo más que una bella modelo que debutó como tal a los diecisiete años luciendo ropa interior, y que a los veintitantos no ha desfilado más allá de las pasarelas que se levantan en los centros comerciales, por otra parte pasarelas muy honrosas, pero por norma general adjudicadas a quienes nunca serán top model. Por lo demás, hoy por hoy dudamos que Eva tenga una idea más o menos clara de España y qué papel juega hoy la Monarquía en nuestro país. Por ello, tal vez, no tuvo inconveniente de lucir en una foto sosteniendo el libro El Principito, de Antoine de Saint-Exupery, o a la semana de aparecer el reportaje que destapó el romance entre el Príncipe y ella, en la India, la viéramos en las revistas desfilando en Oslo... de novia. Lo que no sabemos es si eso significa acto de desafío por su parte, o bien simple oportunismo.

El Rey estuvo viendo el «Fortuna»
En la mañana de ayer, SM El Rey estuvo visitando el «Fortuna», que sigue en el dique seco, en la Base Naval de Portopí, a donde llegó minutos antes de mediodía a bordo de su coche, que estacionó en lugar donde no pudimos verle. Don Juan Carlos permaneció en el interior del enorme compartimento por espacio de media hora no saliendo de él en ningún momento. Suponemos que le debieron de dar todo tipo de explicaciones de por qué habiendo transcurrido siete meses desde que entró ahí, aún lo tengan que pintar. Luego, en su automóvil, se dirigió hacia el otro extremo del muelle, donde el «Bribón» era izado del agua. Por último, le vimos en compañía del príncipe Tchokotoua, en el automóvil de éste, por las calles del centro de Palma.