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Palma, al igual que otros muchos municipios de la Part Forana, se encuentra inmersa de lleno en los actos de Semana Santa. Ayer ya se podía palpar un cierto ajetreo en el centro de la ciudad, en el que se paseaban algunos nazarenos en busca de su estandarte. A las 19.30 horas, empezaría la procesión de estandartes que les llevaría desde la iglesia de Santa Catalina de Siena a la basílica de Sant Francesc. El camino, que hicieron acompañados por las bandas de Cornetes i Tambors de Nostra Senyora de l'Esperança, Cornetes i Tambors de Santa Creu; «Groc i verd», Cornetes i Tambors del Bon Perdó y Agrupació Musical Jesús del Bon Perdó, causó expectación. Muchos eran los ciudadanos que habían salido a pasear y se encontraron con una procesión a la que eran totalmente ajenos. De todas maneras, todos se acercaban a ver pasar los estandartes de todas y cada una de las cofradías de Semana Santa de Palma.

Precisamente cabe reseñar que, abriendo la marcha, se había situado la más joven de las asociaciones, la del Jesús del Gran Poder, que tiene su sede en la parroquia de San Juan de Àvila y que luce túnica morada y capa, capirote y zíngulo blancos (aunque aún no puede estar en la Asociación de Cofradías de Palma ha obtenido el permiso del Obispado para procesionar). Tras ella, la Confraria de Nostra Senyora de l'Esperança y las representantes de las otras veintinueve asociaciones que desfilarán durante toda esta Semana de Pasión que ayer abrió el Viernes de Dolor. Cerrando, como ya viene siendo tradicional, la Confraria de la Creu de Calatrava, la más antigua de Palma y próxima al centenario, fundada en el año 1902.

Fuera de la basílica de Sant Francesc se iban congregando miembros de cofradías y también amigos y conocidos del pregonero de este año, Josep Francesc Conrado de Vilallonga, que llegó al templo acompañado por su esposa. El obispo Teodor Úbeda "el cual defendió a capa y espada en el pregón", el alcalde Joan Fageda, la delegada Catalina Cirer, el comandante militar de Mallorca Tomás Formentín o el rector Llorenç Huguet fueran las autoridades que se acercaron a saludar al pregonero (casi todas ellas llegaron hasta la basílica a pie y Cirer lo hizo en compañía de su hija mayor, Miquela). Entre las caras conocidas que asistieron al acto cabe mencionar a los populares Maria Salom o Francesc Fiol.

Una vez los estandantes y sus porteadores accedieron al interior del templo, dio comienzo el pregón en sí mismo. El presidente de la Associació de Confraries, Tomàs Darder, fue el encargado de presentar a Conrado, una persona a la que calificó de «culta, religiosa y de gran relevancia en el ámbito de la sociedad mallorquina».