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Todo a punto para subir el telón. Los últimos preparativos se llevan a cabo sin complicación alguna. El buen humor y un profundo sentimiento de compañerismo reina en la escena. Tras dos meses de arduos ensayos y ante el inminente estreno, los nervios de los novatos se hacen claramente visibles.

El próximo día 5 de abril en el Auditòrium se llevará a cabo la obra «La venganza de Don Mendo» de Pedro Muñoz Seca, dirigida por Sebastià Frontera y organizada por la Associació d'Amics de Tilloli para recaudar fondos con el fin de mejorar la calidad de vida de las niñas analfabetas de la India. En esta obra, carente de actores profesionales, participan desinteresadamente personajes emblemáticos de la sociedad mallorquina. Llevan dos meses ensayando y confiesan que ya tienen ganas de estrenar. El abogado José María Juan de Sentmenat, que encarna al protagonista de la obra, destaca la excelente dinámica de grupo que caracteriza a esta obra. «Aquí todos somos amigos o nos hemos hecho amigos, nos lo estamos pasando de maravilla. Qué más queremos, nos divertimos y encima por una buena causa», afirma el pintor Nicolau Forteza.

Hace tres años esta misma iniciativa se llevó a cabo con gran éxito. Por esta razón y por exigencias del público se decidió poner esta obra de nuevo en escena. Se han dado unas cuantas bajas, pero casi todos los que participaron en aquella ocasión repiten. Es el caso del doctor Mateu Sanguino, que se confiesa profundamente atraído por esta experiencia. «Estamos seguros de que tendrá el mismo éxito que en la última edición, además aconsejamos a la gente que adquiera ya las entradas porque después será demasiado tarde, y es un espectáculo digno de ver».

También son actores por un día el periodista y escritor Fernando Schwartz y su mujer, Sandra Marone. Él no ha podido asistir a todos los ensayos, debido a sus compromisos laborales en la capital española, pero aclara, en tono de humor, que por ello no tendrá carencias, ya que «desde la distancia me he sentido unido con mis compañeros, además he ensayado cada día delante del espejo. Tampoco era necesario porque mi papel sólo dura un minuto; corto, pero intenso» afirma.