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Pues para que vean, un grupo de valencianos que viven en es Coll, en franca camaradería con sus vecinos mallorquines, vascos, andaluces, «y de donde sea, pues lo que menos importan es la procedencia», han conseguido consolidar la falla de Palma, pues que se sepa no hay otra como ésa. ¡Ah! Y no está subvencionada. Como mucho recibe el apoyo del Ajuntament, que le manda las sillas, el escenario, EMAYA y los bomberos, que, dicho sea de paso, en pocas horas, tras la quemá, no dejaron ni rastro de ella sobre el asfalto.

¿Que cómo pagan el gasto? Porque la falla se hace en Valencia, por artesanos profesionales, que encima se trasladan a Palma a montarla. Pues bien: la pagan con lo que sacan de las rifas que organiza a lo largo del año la Asociación Fallera Cultural All i Pebre, que luego para el trabajo de campo cuenta con una comisión fallera integrada por 88 mayores y 22 niños, ya decimos, valencianos, catalanes, palmesanos, vascos, etc., la mayoría vecinos de es Coll. En cuanto a la pirotécnia, muy buena, tanto en luz como en sonido, es de Llucmajor, obra de Paulina Puig, nos cuentan.

El motivo de la falla de este año es, según nos explicaron en All i Pebre, la cesta, es decir, de todo un poco, excepto de política, porque a los políticos "dicen" hay que dejarlos en paz.

A causa de esta falla, es Coll ha vivido con intensidad las fallas. El domingo hubo paella en una tienda de lona de rayas instalada frente al bar, que reunió a los de la comisión ataviados con trajes típicos, tanto ellas como ellos. A lo largo del día no faltaron las mascletás, ni, a poco que apuntó la noche, los fuegos artificiales, y pasadas las diez, tras arder la infantil, ante un numerosísimo público que se fue concentrando, se prendió fuego a la falla mayor. Y hasta el año que viene.