TW
0

Dice Billy Elliot que siente «electricidad» cuando baila, que «es como si desapareciera». Porque el bailarín nace creyendo que el espacio no se recorre, que se baila; y suelo y aire prefiguran un escenario que puede estar en cualquier lugar...

Joan tiene 16 años y espera una beca para ir a Madrid. Allí, en el conservatorio, seguirá con sus estudios de baile «porque aquí, en Mallorca, no es posible continuar, no hay nada que hacer». Tuvo problemas en el colegio cuando se enteraron de que practicaba la danza clásica: «Eran los tres o cuatro gallitos de siempre, pero la verdad es que nadie me apoyaba», recuerda. Procuró, siempre, no prestar atención a los insultos y no defenderse porque pensaba que la consideración de «marica», a parte de no ser cierta, era tan traumática para él como la de «cuatro ojos» o «ballena», para sus compañeros gordos o necesitados de gafas. Pero intuía que en la palabra «marica» se perfilaba una ofensa más ominosa de lo normal. Ahora Joan ya no tiene problemas: «En el instituto tengo amigos y el resto de la clase ve al bailarín como al futbolista».

Andrés se apellida Caramazana y se acostumbró, desde que empezó a ir al colegio, a que los demás niños se burlaran de él: «Caramanzana, caramanzana», le llamaban. Por eso, cuando empezó a bailar, decidió que nadie sabría de sus aficiones: «En el instituto no me gusta hablar de mis cosas, pero quienes saben que bailo no han comentado nada». Aunque Andrés piensa que algunas personas cambiarían su actitud hacia él si lo supieran: «De todas formas, puedes sacar mi nombre y mi foto, porque si me llaman marica me da igual», afirma. A este joven el bailar le viene de familia. Su madre y su abuela han sido profesionales y él también quiere serlo: «Y tengo una madre como la de la Pantoja, me acompaña a todas partes», explica riendo.

Estefanía Martínez, profesora de baile de los chicos, opina: «Todavía existe la creencia de que los niños que bailan clásico son o se vuelven homosexuales. Los padres se cohíben por el qué dirán y los chicos se quedan sin bailar».