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La reiterada y denunciada falta de intimidad que soportan los enfermos ingresados en el área de urgencias de Son Dureta será hoy objeto de la presentación de una denuncia en los juzgados. Una denuncia que no dejaría de ser una más de las que acaban en el olvido del Insalud y de los juzgados si no proviniera de una persona que sabe muy bien qué es trabajar en condiciones precarias, y en ayuda humanitaria, y que al ver de primera mano lo que allí estaba ocurriendo quedó «espantada».

Mary Vázquez es presidenta de la Cruz Roja en Sóller y trabaja para la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio de Asuntos Exteriores. Hoy por la mañana acudirá con su abogado a los juzgados para presentar la denuncia «como cooperante de Derechos Humanos» y por «derechos humanos». Una denuncia que no va dirigida contra los profesionales que allí trabajan «y que se dejan la piel en el poco espacio que tienen» sino contra el Insalud. Ayer presentó una reclamación en el hospital como paso previo a la denuncia.

La cooperante describe la situación del área de urgencias de Son Dureta como «dantesca» mientras que para el hospital se ha convertido en algo «normal». Las camillas con los enfermos se agolpan de tal manera que no hay ni un milímetro de separación entre ellas. «No hay ni una triste cortina que separa a unos de otros enfermos y mientras a unos les están poniendo sondas, a otros les están sacando sangre o haciéndoles una evacuación sin la más mínima intimidad», explica. A ello se suma que un mismo espacio físico es compartido por enfermos con distintas patologías, algunas de ellas respiratorias como una neumonía, con el riesgo de contagio latente.

Mary Vázquez es consciente de que su denuncia es la de «una hormiga que lucha contra un gigante» pero asegura que «yo he trabajado en hospitales de guerra como en Bosnia y no he visto la falta de intimidad que se da aquí», expresa con indignación. «Una señora que pesaba unos 200 kilos le quitaron la ropa allí mientras viendo cómo todas las miradas se dirigían hacia ella clamaba 'Dios mío, Dios mío'. Eso es tercermundista».