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Hoy cierra sus puertas la exposición sobre el correo marítimo que ha presentado esta semana el Grup Filatèlic de Palma. Un servicio cuyos orígenes organizados se remontan a 1718 a cargo de un jabeque al mando del patrón Onofre Barceló, que cubría el servicio entre Palma y Barcelona.

En el devenir histórico ligado al ambiente social y comercial de Mallorca, destacan momentos clave, como son la guerra de Sucesión, que marcó un punto de inflexión en la organización del servicio. Con el reinado de Felipe V, se establecieron las 16 demarcaciones postales, y la unificación tarifaria según peso y distancia. Con la desaparición de la piratería en el Mediterráneo, el buque de vapor garantiza, desde mediados del siglo XIX, una mayor regularidad que permite abrir la red de comunicaciones entre Palma, Barcelona, Valencia y Alicante, con buques correo legendarios, como El Mallorquín de 1837; el Rey Jaime I de 1911, entre muchos otros, cuya estampa ha quedado reflejada en los sellos expuestos.

La historia del correo marítimo no ha estado exenta de vicisitudes políticas y así lo manifiestan muchas de las muestras expuestas. Según el vocal tesorero del Grup Filatèlic de Palma, Paco Cortés, con frecuencia y en caso de conflictos armados, el destino final debía sortear las zonas bajo control adversario.

Durante la Guerra de Independencia el correo marítimo con destino a Barcelona debió desviarse a Tarragona y más tarde a pequeños puertos sin calado suficiente, como el de Arenys de Mar. Como dato curioso, para salvar este contratiempo desde allí se estableció un servicio de llaüts-correo. En caso de epidemia éste debía desinfectarse con vapores de vinagre, operación reflejada en algunas cartas de la exposición.