Los escolares revisan durante su visita todo el fondo artístico del Museu Can Planas. Foto: P.P. ALORDA.

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Los niños tienen un respeto, casi miedo al arte en general. Nosotros queremos que lo toquen, que se sumerjan en él y que comprendan que cualquiera, con más o menos calidad, puede ser artista», explica Ramon Molina, director del Museu Can Planas de sa Pobla, centro que recibe visitas de escolares con la intención no sólo de que aprendan cómo funciona un museo, sino de que interactuen y participen en unos talleres.

Los jóvenes se pasean por el fondo de los dos museos que están en Can Planas, el de exposición y el museo del juguete, donde se les explica el proceso de creación de una obra de arte. «Es muy curioso ver la reacción de un niño ante el arte, ya que su imaginación corre más deprisa que la realidad», comenta una maestra. Muestra de ello es que durante la vista de ayer de los niños de primaria del Col·legi Públic Es Puig de Lloseta les revelaron un secreto: «Los juguetes del museo por la noche juegan entre ellos».

En el jardín del museo se sitúa una escultura interactiva que es una de las atracciones que más gusta a los niños. Se trata de diferentes tubos metálicos que según como se tocan producen melodías.

La visita guiada termina en un taller donde los escolares demuestran su talento artístico creando su propio tren de juguete. Los más pequeños sólo lo pintan, pero los mayores también lo construyen. El resultado se verá en clase pero los jóvenes después de esta experiencia empiezan a tener el gusanillo de crear algo con sus propias manos, y quién sabe si a lo mejor es el comienzo de un gran artista.