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El plan que atiende al acondicionamiento de sa Riera persigue la recuperación integral del torrente para que el agua fluya constantemente y forme una película que cubra todo el cauce. La actuación de EMAYA sobre el encauzamiento, conocida como «Efecto Espejo», se prevé que finalice a finales de año: «Cuando terminen las obras el agua bajará limpia y la ciudad, la vegetación y la muralla, se podrán reflejar en la superficie... ése es el efecto espejo que se pretende», explica María Crespo, presidenta de EMAYA y teniente de alcalde del área de Medi Ambient del Ajuntament.

El caudal que fluye por el lecho del torrente proviene de las lluvias, cuando las hay, y de las «aguas de rechazo» que vierte la potabilizadora de aguas salobres de Son Tugores, encargada de potabilizar los 35.000 m3 que diariamente se extraen de los pozos, en especial en períodos de sequía, y que están muy salinizados actualmente por causa de este fenómeno meteorológico. El «agua de rechazo» es la que recibe la sal extraída del volumen total. Después se vierte en sa Riera, que la lleva al mar, aunque, y según afirma María Crespo, «es agua perfectamente limpia, lo que ocurre es que no se puede aprovechar. Pero tenemos previsto construir un emisario o conducción, que desde la desembocadura de salida a las aguas para sacarlas fuera del puerto».

El retraso en la fecha de finalización de las obras lo achaca la presidenta de EMAYA a la sequía. Y aunque su afirmación parezca paradójica: «Teníamos previsto trabajar en seco, porque hubiera sido más rápido, pero la sequía no lo ha hecho posible», no está exenta de lógica. La falta de lluvias ha dejado los embalses de la Isla completamente vacíos, lo que ha obligado a EMAYA a extraer agua de los pozos y a poner en funcionamiento la planta potabilizadora y desalinizadora, con los consiguientes vertidos de «agua de rechazo» que no ha dejado de correr por el cauce de sa Riera.