Por primera vez en su historia, miembros del Govern y del Parlament pudieron visitar las zonas liberadas del Sáhara.

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La expedición mallorquina al Sáhara, efectuada entre los días 19 a 23 de este mes, constituyó una inmersión aventurada y sincera hacia la realidad de un pueblo oprimido. Tanto los casi cincuenta políticos que efectuaron el viaje, como los jóvenes y los padres de niños saharianos «adoptados» no vacilaron a la hora de señalar que la RASD (República Àrabe Saharaui Democrática) necesita más que nunca la ayuda económica y el apoyo estratégico de las Illes Balears.

Francisco Visiedo y Maria Batle, ambos de Binissalem, realizaron el viaje para conocer la familia de la niña Leila Mustafá, adoptada por el matrimonio el pasado verano. Para ello se trasladaron a la «vilaya» de Aaiun, donde fueron recibidos con los brazos abiertos en la haima (tienda de campaña) familiar. «Ha sido un encuentro muy emotivo. Su generosidad no tiene límites. Pese a que su poder adquisitivo no es muy alto, nos hicieron todo tipo de obsequios. Si muchos mallorquines fuésemos la mitad de hospitalarios que ellos, podríamos dar gracias. Ya nos consideran como de los suyos», señala Visiedo.

El pueblo sahariano conmueve, por su sencillez, por su generosidad, por su condición de país en perpetua lucha por su autodeterminación. Al llegar la expedición mallorquina a los campos de refugiados de la región de Smara (en territorio cedido por el gobierno argelino), el Frente Polisario estaba realizando maniobras militares frente al muro de contención marroquí, a más de 300 kilómetros de distancia.

Durante estos últimos días, la tensión se ha acrecentado al máximo entre ambos bandos y se habla insistentemente sobre una posible reanudación del conflicto bélico, después de nueve años de paz. En este contexto, la visita que realizó la delegación política de Balears a las «zonas liberadas» (en poder sahariano) fue cuanto menos, impresionante. Después de un largo trayecto nocturno de 380 kilómetros por la Hamada (desierto pedregoso), los consellers, parlamentarios y regidores insulares pudieron conocer la localidad de Tifariti liberado, donde una escuela y un hospital perfectamente equipado «aguardan» con infinita paciencia los requerimientos de una población exiliada desde 1973.