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Los más recientes informes de la FAO (Agencia de la ONU para la alimentación) abundan en lo ya divulgado por los diferentes organismos e instituciones internacionales. En una dolorosa conclusión: un mundo avanzado, en el que la tecnología hace posibles conquistas hasta hace muy poco impensables, sigue siendo víctima del azote del hambre como si del mundo medieval se tratara. Se trata, eso sí, de un hambre cualificada, de la hambruna terrible y la desnutrición que padecen 826 millones de seres humanos "siempre según datos de la FAO" que viven en los denominados países del Tercer Mundo, y aún en otros que se hallan a las puertas mismas de la rica Europa, como son determinadas repúblicas hasta hace poco adscritas a la órbita soviética. Hambre cualificada y también hambre culpable, remediable. La explotación de los recursos del planeta, aunque cada vez más reducidos por el exceso de población, permitiría no obstante que hubiera hoy alimentos para todos. Los modernos medios técnicos posibilitan una producción de alimentos más que suficiente para subvenir a las necesidades de la población mundial. Pero la mala distribución de la riqueza y, fundamentalmente el escaso interés en remediar la pobreza "buenas palabras y no mucho más" mantienen el galope de este antiguo jinete del Apocalipsis. Este tipo de informes nos enfrenta a algo ya sabido por todos pero que nos golpea especialmente cuando tenemos ante nosotros la tremenda contundencia de las cifras, de los datos. De todos es conocido que en este mundo tan desarrollado, las desigualdades en el reparto de la riqueza son escalofriantes. Pero aportaremos un simple dato que va más allá de lo anecdótico para avalar nuestras palabras: sencillamente, la fortuna de las 200 personas más ricas excede de la renta combinada con un grupo de países que agrupan al 41% de la población mundial. En tales circunstancias, resulta evidente que los objetivos propuestos en la cumbre de Roma de 1996 en la que se adelantó que para el año 2015, tan sólo "y convendría ponerle comillas a la expresión" unos 400 millones de personas sufrirían el hambre en el mundo, son claramente inalcanzables. Y todo lo demás, bellas palabras o hipocresía, o ambas cosas a la vez.