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Y el promotor de este renacimiento puede que sea David Quiñonero, boxeador profesional del peso crucero cuatro veces campeón de Baleares dos veces medalla de plata y una de oro, y a la vez instructor de nuevos boxeadores a los que curte un par de noches a la semana en el Chong Ma, un gimnasio especializado en artes marciales. El martes por la noche, tres días después de la última velada en la que se combinó boxeo y full contac, asistimos a una sesión de entrenamiento. Habría unos veinte, o tal vez más. Tipos jóvenes, fuertes, sudorosos, distribuidos en grupos, unos haciendo saco, otros, guantes, otros, sombra, y Quiñonero, al mismo tiempo, pendiente de todos.

"¿A cuántos boxeadores preparas?
"Por aquí vendrán unos cincuenta, de los cuales diez ya suben al ring, a pelar. No está nada mal para las ayudas que tenemos.

"¿Pocas ayudas?
"Es una pena que no nos apoyen más, que las autoridades no se acerquen a los gimnasios y vean lo que estamos haciendo. En los años que llevo en esto "nos decía David" no he visto jamás a un delegado de deporte municipal, ni del Consell, ni del Govern. Imagino que si un boxeador mallorquín consiguiera alzarse con algún título importante a nivel europeo o mundial a lo mejor los veríamos a todos. Mientras tanto, aquí seguimos, solos. Pero no hay más remedio que continuar.