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El Foro de Formentor, en el que participan el presidente del Gobierno español, José María Aznar; el primer ministro portugués, Antonio Guterres, y el presidente de la Autoridad Palestina, Yaser Arafat, entre otras destacadas personalidades, se abrió ayer con dos grandes cuestiones planeando sobre la reunión. Una de ellas es el conflicto desatado en Yugoslavia que ha puesto fin a la era Milosevic y que Aznar ha calificado como la caída «del último pedazo del Muro de Berlín». Y, realmente, puede considerarse como un hecho determinante en la reciente historia de los Balcanes. El reconocimiento por parte del Tribunal Constitucional yugoslavo de la victoria de Kostunica en las pasadas elecciones, da carta legal a la asunción por parte de éste de la presidencia del país, ardua y compleja tarea, puesto que se enfrenta a una reconstrucción nacional, tras los múltiples conflictos armados a los que abocó el presidente saliente a su país, todos ellos resueltos con una derrota.

Pero la presencia de Arafat hace que el asunto más candente del foro sea la violencia de los últimos días en Oriente Medio y el problema casi perenne de convivencia entre la comunidad palestina y la israelí a raíz de sus disputas por los territorios ocupados. Y es absolutamente lógico que el Foro de Formentor se ocupe de una cuestión como ésta, vital para la seguridad en el Mediterráneo, objetivo fundamental del mismo.

Los acuerdos y la conclusión de la violencia en Gaza y Cisjordania y en la misma Jerusalén pondrían punto final a una inestabilidad permanente en la zona. El camino, en parte ya emprendido, no es fácil en absoluto. Y habrá que ver qué perspectivas muestra Arafat en Formentor con vistas a una solución definitiva de esta crisis permanente, que cuenta ya con demasiadas muertes.