El Rey a los mandos del «Fortuna». A su lado, Jaime de Marichalar.

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Es difícil saber hacia dónde se dirigió ayer el «Fortuna», en su primera salida oficial, con la Familia Real a bordo. Primero, porque no te lo dicen y, segundo, porque el barco sale y a los pocos minutos desaparece en el horizonte. Cuando toma a estribor se deduce que va en dirección a Cabrera o a es Trenc. Cuando emproa a babor, se dirige a el Toro, o a cualquier punto de la Costa de Ponent, o, como otras veces, la Costa de Tramuntana. Pero ayer tiró recto, lo cual nos hizo pensar que pudo haber ido a Eivissa, en cuyas aguas navegaban "como en el verano anterior" el presidente Aznar y señora y el ex ministro de Asuntos Exteriores Abel Matutes y señora.

Pero no, perdido en el horizonte debió de girar en dirección de Cabrera, porque por la tarde apareció virando hacia es Cap Blanc. A las once de la mañana se montó el servicio frente a Portopí. El Cuerpo Nacional de Policía debe de pedir al día cuatro o cinco veces la documentación a los periodistas que suelen cubrir la salida del «Fortuna», «Llamp» o «motopedo» desde Portopí. Pero es que también se la piden a los escoltas, a sus colegas. Bien, ¿no?

Pues como les decía, la Familia Real llegó al muelle de Portopí sobre las once y media de la mañana y subió enseguida a bordo. No vimos a Iñaki Urdangarín, pero sí a los Reyes, a las infantas y a sus hijos, y al doctor Froucheau y señora, princesa Tatiana de Radziwill. Los vimos pequeñitos, más o menos como se los mostramos a ustedes, pero es que no hay otra posibilidad. Las medidas de seguridad son sagradas y contra ellas "el barco atracado en lugar distante y que, encima, queda medio invisible" no hay nada que hacer. Pero... bueno, helos ahí. ¡Por fin pudieron disfrutar del «Fortuna»!