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Tras unos días de relativa tranquilidad en cuanto a la comisión de atentados sangrientos, la palabra más repetida en las últimas horas ha sido «diálogo». Se han reunido en el Ministerio del Interior representantes del Partido Popular "con el ministro Mayor Oreja a la cabeza" y del Partido Socialista para tratar de encontrar puntos de coincidencia entre los dos partidos mayoritarios en este país en cuanto a la situación que vive Euskadi. Sin embargo, las conclusiones positivas que pudieran desprenderse de tal encuentro quedan empañadas por la cerrazón del Gobierno respecto al PNV, que sigue unido a Euskal Herritarrok en muchos municipios vascos.

También desde Bilbao se ha lanzado una oferta de diálogo a todos los partidos democráticos "se ha excluido a los de HB a propósito, en un intento de garantizar el éxito de la «cumbre»", pero de nuevo el Partido Popular se ha negado a participar aludiendo que no hablará con el PNV mientras no abandone Lizarra.

Así las cosas parece que un posible entendimiento para solucionar la grave crisis vasca está cada día más lejos. Los nacionalistas se empeñan en una alianza que a ellos de momento les permite sostener el Gobierno vasco, pero a costa de ver cómo el pueblo sufre de día en día un empeoramiento del clima social y político. Y los populares se empecinan igualmente en mantener un boicot férreo hacia los nacionalistas.

Aprovechando el desconcierto los radicales campan a sus anchas en todas las ciudades y pueblos de Euskal Herria ante la práctica indiferencia de las fuerzas del orden, que apenas realizan detenciones mientras la «kale borroka» destroza autobuses, cajeros bancarios, coches y negocios de ciudadanos que, simplemente, no les gustan.

La barbarie se adueña de Euskadi y nadie da su brazo a torcer para ponerle freno.