Doña Elena camina hacia la lancha; antes hará una breve parada en el maletero del coche. Foto: Click.

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Y al rato se hizo a la mar el príncipe don Felipe. Fue a bordo de la gommonne. Lo cual significa que la reina doña Sofía y sus hermanos se quedaron en Palacio, pues si no andamos errados, los duques de Palma de Mallorca están fuera. Una vez más quedó claro que, pese a su avanzado estado de buena esperanza, doña Elena goza de una excelente forma física. Prueba de ello es, dentro de lo que cabe, ver lo ágil que accede a la lancha.

Su esposo, por una vez, cambió el bañador estampado por unas bermudas claras. Froilán, que como ya hemos dicho en otras ocasiones está hecho un hombrecito, de repente se puso a llorar sobre el pantalán y no paró hasta que su padre lo tomó en brazos. Por cierto, ¿cómo le llamamos? Según parece, los padres le llaman Felipe, los Reyes Froilán, y muy a menudo «Pipe», que es como pronuncia él el nombre de Felipe. Imagino que con el tiempo se quedará con éste, vamos, digo yo.

La «Llamp», que puso en marcha los motores a la primera "en cuestión de motores, en lo que se refiere a la flota naval real hay que tocar madera", a poco de doblar el faro, aceleró y en escasos minutos la perdimos de vista. Nos dio la impresión de que iban en dirección a es Trenc, pero por más que rastreamos la larga playa, no vimos la lancha, por lo que, seguro, optaron por ir a Cabrera. Una vez en Palma, Jaime de Marichalar y su hijo salieron de nuevo en la «motopedo».