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Segundo día de la Copa del Rey. El primero en hacer su aparición era el Rey, el más madrugador de todos, que llegaba al Club Náutico de Palma a las 9.50 de la mañana en un Alfa Romeo de color gris metalizado, ataviado con su habitual atuendo deportivo. Después de su llegada, don Juan Carlos se apartó unos instantes de las miradas de los fotógrafos allí presentes, que ya le esperaban desde hacía rato.

Hacía las 11.05 horas, acompañado de Alexia de Grecia y su marido Carlos Morales, el príncipe Felipe aparecía en el Club Náutico en un Seat Toledo gris. Con paso firme y decidido, el Príncipe se dirigió, seguido por una nube de fotógrafos, hacia el pantalán donde se encontaba amarrado el «Sirius V». Después de estrechar las manos a todos sus compañeros de tripulación, el heredero de la Corona española se interesó por el funcionamiento de su barco.

A algunos metros más allá, el Rey, que abandonaba su escondite, saludaba a los hermanos Puig y, a continuación, haciendo gala del carácter simpático y jovial que le caracteriza, fue estrechando las manos de algunas de las personas que se encontraban allí. Antes de bajar al pantalán, Su Majestad saludó a su sobrina María Zurita, que todavía se encontraba un tanto angustiada por el percance que tuvo lugar en la jornada de ayer su velero «Siemens». Una vez en el pantalán, el Rey, rodeado por un mar de fotógrafos y de cámaras de televisión, y como cualquier mortal, utilizó el móvil por unos segundos. A continuación, se subió en una «Gomona» para dirigirse hasta el «Bribón». Padre e hijo, con todo a punto, se adentraban de lleno en la regata larga, la prueba que finaliza de madrugada y que está llamada a decidir los barcos que realmente lucharán por la victoria. La reina doña Sofia acompañó a los suyos desde la lancha rápida «Llamp», con su habitual atuendo regatista.