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Las elevadas temperaturas provocaron que el último domingo de julio se caracterizará por un auténtico desembarco de residentes, turistas y visitantes en las playas de la Isla, lo cual saturó todos los servicios de atención al público y de oferta complementaria.

Es Trenc, como un domingo más, estuvo a rebosar, por lo que encontrar un sitio para colocar los utensilios de playa se convirtió en algo más difícil de lo normal. Lo mismo sucedió en la Colònia de Sant Jordi, en la que los residentes tienen puestas sus miras desde hace años, lo que provoca que durante los fines de semana haya una auténtica avalancha de visitantes. En Alcúdia, Can Picafort, Cala Millor, Illetes, Platja de Palma, s'Arenal, Santa Ponça, Port de Pollença y el resto de zonas de playa de Mallorca se vivió una situación similar, lo cual a última hora de la tarde de ayer, con tanta afluencia hacia el litoral, se produjeran las lógicas retenciones en los accesos a Palma a última hora de la tarde.

Julio finaliza con un clima típicamente estival, con una temperatura media de 25 grados, aunque ayer se rozaron máximas de 32 grados. Si a esto sumamos el efecto que tiene el turismo residencial, el que no se aloja ni en hoteles ni en apartamentos turísticos legalizados por la Conselleria de Turisme, este final de julio 2000 es idéntico al del pasado año. Y esta situación continuará a lo largo de agosto en todas las zonas turísticas.