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Contémoslo todo, todo, todo: ya al empezar a presentar el programa de ayer, La Gran Milá estuvo más apocalíptica que nunca, enunciando con pompa y circunstancia que de los votantes dependía el perfil del nuevo cadaverino. Eso dio mucho morbo, pues saber que puedes descuajeringar a alguien por Internet o con una simple llamada telefónica, tiene su punto. Los ex (María José, el bosnio, Mónica y cía), en plató, señalaron a Koldo y a Ania.

Mientras, nos conectaban con la casa, que entre los regalos de los ayuntamientos y que últimamente a los concursantes se les han aflojado los esfínteres, aparecía hecha unos zorros. Por cierto, que los productores del espacio son muy crueles porque les pusieron a los cautivos una tele con unas siluetas y los porcentajes previos, pero sin nombres, con lo que todos se pusieron a mil, sin saber a quién afectaban «exactamente». Bueno, al final Sor Milá abrió el sobre fatídico y reveló que Koldo debía abandonar la casa y esta vez no hubo lágrimas ni nada que se le pareciera, pues los supervivientes están tan ávidos de los 20 kilos que ya ni disimulan.

Koldo efectuó una salida gloriosa, sonriente, eufórico, con su camisa de dragones, cerrando el último capítulo del voto negativo. Porque hoy y mañana no se trata de votar a quién odiamos, sino a quién amamos. Los tres finalistas, Ania, Ismael e Iván, pasaron anoche los mejores momentos de sus vidas, a un paso de la gloria... y de la puñalada trapera.