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Ayer el programa empezó con Sor Milà presentando al filósofo Gustavo Bueno. No sabía yo que últimanente el señor tuviera el cerebro en escabeche, porque es imposible que acudiese con todas sus facultades. A lo mejor está escribiendo algo sobre el eslabón perdido y fue para documentarse, empezando por la presentadora, que ha perdido el eslabón de la dignidad informativa. ¿Cómo es posible que la chica boom del periodismo español aceptara amasar y vender heces sin la menor turbación?

Los hechos: al principio dieron un resumen de los mejores momentos de la semana, a saber: los concursantes recibiendo los regalos de diversos ayuntamientos españoles sumergidos en plena regresión a la primera infancia, entre los alaridos incontrolados de frenopático de Koldo (yo creo que se le había ido la mano con la tocha) y con Ania gritando «Hoooostiiiia de mi vidaaa» cada vez que cogía un obsequio, muy espiritual, la criatura. Luego aparecieron cantando el «Que viva Españiiia» en el confesionario y bailando el «Pechito con pechito» en el jardín, con un impresionante colocón de taberna cuartelera.

La nota cultural surgió al pasar un avión extintor de incendios, cuando Koldo comentó que en Mallorca una vez un dromadair succionó a un bañista y lo echó luego sobre unos matojos en llamas. Los demás se lo creyeron y es que han perdido el poco contacto que tenían con la realidad. O se les ha atascado la jeringuilla.