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ETA ha lanzado su más fuerte ofensiva desde el final de la tregua. Tres días después de que la banda terrorista ETA intentara provocar una masacre en pleno centro de Madrid, su vocación asesina se confirma nuevamente en un atentado en Málaga, donde el clásico tiro en la nuca ha acabado con la muerte de un concejal del Partido Popular. Ayer, otro coche bomba.

Todas las condenas, todas las manifestaciones de dolor caen en saco roto. Las cosas no pueden seguir así. Quizá sea el momento, como dice el PP, de convocar elecciones anticipadas en el País Vasco, aunque parece dudoso que los terroristas se guíen o dejen de guiarse por la evolución de la política. Ellos son asesinos, forman parte de una banda mafiosa cuyo único oficio y beneficio es matar, extorsionar, secuestrar y amenazar. Por eso la hipotética victoria de los populares en las urnas vascas podría, eso sí, debilitar las alianzas de los nacionalistas del PNV y de EH, pero poco más. A ETA no le interesa el País Vasco, ni la independencia, ni la política. Sólo le interesa sembrar el terror con una antigua excusa "Franco murió hace 25 años" que a nadie puede servirle ya.

Es el momento de afrontar los hechos. Y tal vez la clave de todo este terrorífico embrollo lo tenga Euskal Herritarrok. Sólo la decisión "que sería histórica" de desmarcarse de los asesinos y apostar firmemente por la paz, por la democracia y por la normalización política y social del País Vasco podría aislar a los terroristas de tal forma que ya no tendrían ni un solo hueco donde colar sus mensajes de terror. Pero es difícil aún que esto ocurra. Los políticos parecen únicamente capaces de hablar, de hacer declaraciones, de acusarse mutuamente de cosas terribles. Eso, ahora mismo, sobra. Sólo una acción decidida puede cambiar las cosas. Ojalá lo asuman pronto.