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Celebrará La Ultima Limpieza y les dirá a los suyos «En verdad os digo que uno de vosotros me ha traicionado, metiendo salfumán en el bote del Mistol y esta mañana, cuando he procedido a lavar mis braguitas, se han convertido en fosfatina». Ania, la Victimista, preguntará: «¿He sido yo, mestresa mía?» A lo que Santa Mucama responderá: «Pueeees... No me extrañaría nada, porque eres una envidiosa y noté perfectamente que se te iban los ojos detrás de mis braguitas. En tu vida las has tenido tan bonitas». Luego, Mabel Misericordiae tomará el bote de Vim y, fregoteando la espumadera con vigor, añadirá: «Cuando yo no esté haced esto en conmemoración mía. Si queréis, también podéis rascar con Netol, pero me gusta más con el Vim, porque deja un olorcillo a limpio que me sulivella».

A medianoche la condenada irá al Huerto de los Mochos para rezar ante Míster Proper y cuando el retén de limpieza de Limpiahogar acuda a detenerla, el apóstol San Koldo de la Concha se enfurecerá y le hará una ablación de clítoris en directo a la jefa de la sección de mopas. Tras ascender penosamente por el Escobario hacia el monte Pólvota, una caritativa ama de casa le secará el sudor con una suave toallita y Mabel Misericordiae exclamará: «Ooohhh, aahhhh, ya veo que la has lavado con Perlán». La crucificarán entre la chacha buena y la chacha mala y un soldado le dará a beber un chupito de Cristasol antes de que un fulgor con la blancura del Persil marque el decisivo momento.