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En estos momentos de bonanza económica no está de más recordar lo que decía Bacon en sus Ensayos: «El dinero es como el abono que se echa en las tierras; de nada sirve si no se extiende». Algo que, por desgracia, raramente se tiene en cuenta cuando las cosas van bien. Ante este peligro advierte el más reciente informe dado a conocer por Naciones Unidas y en el que se hace hincapié en la extraordinaria brecha abierta hoy en día entre los países ricos y los pobres. En líneas generales, crecen las economías de las naciones más avanzadas, el desempleo se bate en retirada y la inflación está bajo control. En conjunto, la economía mundial cerrará el presente año con un crecimiento del 3'5%, el más alto desde 1996, al tiempo que las exportaciones aumentarán hasta alcanzar el 8% a final de año, hablando siempre en términos globales. Queda pues atrás, en el marco de la economía mundial, la grave crisis financiera asiática de 1997 y 1998, de la mano del tirón de la economía norteamericana y de una renovación tecnológica que abre nuevos horizontes. No obstante en muchos países en vías de desarrollo "eufemismo que en muchos casos no consigue ocultar el panorama cruel de la pobreza más extrema" especialmente los del área subsahariana, la situación es diametralmente opuesta. Por ceñirnos al muy próspero campo del comercio electrónico, cabe citar lo que ya se conoce como la «brecha digital» que separa la facilidad de acceso a Internet y a sus derivados, de la imposibilidad de beneficiarse de ellos. De hecho, se calcula que menos del 5% de la población mundial se beneficia actualmente de los miles de millones de dólares que genera el comercio electrónico. Por otra parte, el mantenimiento de los altos precios del petróleo "que sin duda bajarán aunque con mayor lentitud de la prevista" es otro factor que puede influir en la estabilidad de los países en desarrollo, propiciando subidas del tipo de interés y ralentizando su crecimiento. En suma, un panorama agriculce que debe preocuparnos a todos, ricos y pobres, como recordaba hace no mucho tiempo Michel Camdessus, ex director del FMI, quien advertía que la pobreza puede hacer estallar este sistema aparentemente tan sólido.