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Se lidiaron seis toros de «La Dehesilla», nobles, aunque justitos de fuerza, que tomaron únicamente una vara y resultaron óptimos para la labor de los toreros, destacando los corridos en tercer, cuarto y sexto lugar. Enrique Ponce, dos orejas y dos y rabos. «El Cordobés», una y dos orejas. Andrés Sánchez, dos y una oreja. Presidió el palco el concejal Juan Poquet, asesorado por Jaume Soler y Juan Oliver.

Vaya por delante que fue tarde en la que brillaron los percales de los tres toreros. Ponce, que se presentaba en la Isla, anduvo en maestro. Cuajó una artística faena a su primero, y sus series encontraron armonía y empaque. Mejor fue su segunda. Doblones purísimos, sendas tandas con la diestra y zurda para animarse luego a dispensar molinetes, pases de rodillas y desplante, rubricando con artístico abaniqueo. Finiquitó de pinchazo y estocada. «El Cordobés» sacó partido a su primero, algo complicado, que no le dejó estar totalmente a gusto. Inició la segunda faena de rodillas, calentando fuerte los tendidos. Después de toreaar en redondo puso el toque efectista que el público esperaba sin escatimar repertorio. Mató de estocada tendida.

Andrés Sánchez realizó a su primero la mejor faena de la tarde. Con la muleta se dobló de maravilla como prólogo de lo que iba a realizar. Se llevó el toro al centro del anillo y en este terreno enjaretó sendas tandas con ambas manos, ejemplo de suavidad y temple. Recitó una nueva lección de lo que es ser lidiador de reses bravas. El milagro de la motivación le llevó a gustarse en pases cambiados, circulares invertidos rematados con pases de rodillas y adornos muy pintureros. De gran calidad fue su segunda, logrando una gran estocada.