En la Diada hubo entretenimiento para todos los gustos: tai-chi y aikido, talleres de bailes como el fox-trot o 'ball de bot'. Foto: TOMÀS MONSERRAT.

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«Aquí no ha venido nadie», comentaban quienes esperaban a los participantes de «la subida en bici a la Universitat». 70 bicicletas disponibles, seis parejas de la Policía Local, un coche escoba y... sólo seis ciclistas. Pero después la fiesta se fue animando, aunque este año la presencia de jóvenes en la Diada Universitària no ha alcanzado los niveles de convocatorias anteriores, seguramente porque el próximo lunes se inician oficialmente los exámenes.

A las 9.30 de la mañana empezaron las actividades deportivas "la ginkana, buceo, fútbol, tai-chi...", y la grúa instalada para hacer puenting entró en acción. Muchos valientes se lanzaron, de cabeza, y por primera vez en sus vidas, a un vacío de sesenta metros. Los gritos se escuchaban por todo el campus, sobre todo los de quienes, una vez arriba, asomaban, ora una pierna, ora la otra, completamente arrepentidos de su decisión. Los espectadores, abajo, esperaban con paciencia. Un mercadillo con representación de varias ONG "Amnistía Internacional, Cáritas, Médicos del Mundo" ofertaba camisetas, pañuelos para el pelo, artesanía e incluso tarta y coca.

La vicepresidenta del Consell, Maria Antònia Vadell; la coordinadora de Cultura, Nanda Ramon, y el coordinador de Joventut, Joan Caules, visitaron el campus y alabaron la organización de la Diada y el trabajo del Consell de Estudiantes, de AIDE, AUBA y de otras asociaciones universitarias. A partir de las dos de la tarde la afluencia de estudiantes fue mayor, y los cocineros empezaron con la torrada: 2.200 raciones de carne, con ensalada y pan, que todo el mundo se llevaba a la sombra huyendo del excesivo calor.

Y por la noche, el concierto de rock, con Glaucs, Antònia Font y Ja T'ho Diré.