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El viernes por la noche, tras ser eliminado por Marat Safin, me cuentan que Carlos Moyá llamó a Patricia Conde, su novia, y le propuso que se viniera a pasar con él el fin de semana a Mallorca. Total, fuera del torneo ya, mejor estar en buena compañía que solo. Que otra cosa hubiera sido continuar en la contienda, a como había quedado, apartado de ella.

Patricia llegó a Palma sobre las dos de la madrugada del sábado. A esa hora más o menos, su avión, procedente de Madrid, se posó sobre la pista de Son Sant Joan. Al rato se reunía con Carlos en el parquing del aeropuerto, donde el mallorquín la estaba aguardando. Se ve que éste había optado por esperarla ahí, en vez de dentro, para evitar que le vieran. Pero no importó. El esquinazo, si es que en algún momento pensaron en él -que lo dudo, pues son una pareja muy normal- era poco menos que imposible: Patricia venía controlada desde Madrid, y todo era cuestión de tener paciencia, porque ¿cómo no iba a estar aguardándola su novio en alguna parte? Y si no, la hubiéramos seguido y nos habría llevado hasta la madriguera. Así que esperamos a que saliera, caminamos detrás de ella y fuimos testigos del encuentro de la pareja, el primero en tierras mallorquinas, suponemos.

Como es una pareja muy normal, no hubo tensión de ningún tipo. Todo lo contrario: naturalidad absoluta. Él abandonó el coche, le dio un beso, la ayudó a meter la maleta y partieron hacia su casa. Me cuentan que una hora después los vieron llegar a Pachá. Normal. Pachá es una de las trincheras de Carlos cuando está de vacaciones o queda libre de compromisos, y esa noche había quedado libre de compromisos deportivos. Además, ¿qué mejor que tomarse una copa con la novia para relajarse y olvidarse de la derrota que le había infligido el ruso horas antes, echándole del torneo de su ciudad?

Al día siguiente, o sea, ayer, sobre las dos de la tarde, Carlos y Patricia en el coche de éste, y el manager de Carlos en un Mercedes, salieron de casa y se dirigieron a almorzar a una arrocería del Passeig Marítim, donde se encontraron con la hermana de Carlos y su marido. En dicho restaurante permanecieron hasta las cinco de la tarde. Debido al tránsito que había a esas horas en el Passeig Marítim, los perdimos de vista. Por la noche saldrían de nuevo a cenar y terminarían en Pachá. Tal vez hoy haya almuerzo familiar... o a lo mejor no, pues Carlos tiene torneo mañana, en Roma, y ella Informal.