Teodor Úbeda y Joan Guasp hojean el libro, recién salido de imprenta, donde el obispo desglosa sus numerosas vivencias.

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Ahora hará dos años que el escritor Joan Guasp concertó una entrevista con el obispo de Mallorca, Teodor Úbeda. El motivo no era otro que explicarle su intención de ser ambos los protagonistas de un próximo volumen de la colección Mallorquins en diàleg, que edita Lleonard Muntaner (los 'tándems' protagonizados por Víctor Gayà-Jaume Santandreu, Neus Picó"Pere Sampol o Jaume Pomar"Pere Nicolau, ya han visto la luz).

La primera reacción del obispo fue la de cautela, reticencia. Después pensó que ésta era una manera de aproximarse más a la gente que conoce. Ahora no duda en reconocer que se siente muy orgulloso de haber dado este paso adelante: «Además, me ha obligado a recordar muchas cosas, a fechar acontecimientos que, en modo alguno, han marcado mi vida», una vida que empezó el 30 de octubre de 1931 en Ontinyent, Valencia, aunque él ya se siente, después de casi treinta años en tierras mallorquinas, más mallorquín que valenciano.

El obispo ha desgranado sus recuerdos: «Pienso que la gente no me verá sólo como una figura formal, como aquel señor con mitra. Aunque me considero una persona muy normal, que siempre ha pretendido alejarse de formalismos innecesarios, hay personas que no tienen esas referencias 'normales' de mí», asegura.

El autor del libro, Joan Guasp, ha dividido el volumen en capítulos que llevan por título «un home que neix», «un home que madura», «un home que dubta» o «un home que sofreix». Úbeda no tiene ningún inconveniente en comentar sus dudas "«Yo dudo de muchas cosas. Soy creyente desde la fe, que no es una evidencia, y eso plantea dudas. Además, también he dudado, sobre si he acertado tomando ciertas decisiones»" y sus sufrimientos "«Sufro mucho por lo que sufren los demás»".

El prelado de la diócesis de Mallorca sabe que habrá gente que se sorprenderá, por su osadía, con el contenido del libro, sobre todo con algunas de las intervenciones que monseñor Úbeda ha tenido en estos últimos treinta años. De todas maneras, el obispo es contundente al afirmar que «hay una parte de todos que no se puede publicar, una parte que pertenece a la intimidad de cada persona. No se puede hacer daño a otros o, simplemente, que caigan en descrédito personas o instituciones, porque se publica algo íntimo».