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ETA ha vuelto a sorprendernos a todos, aunque afortunadamente esta vez ha preferido utilizar la tinta impresa en vez de las armas. Debemos felicitarnos por ello, a pesar de que la «bomba» "informativa esta vez" que ha hecho estallar ha causado una auténtica conmoción en el mundo de los nacionalistas vascos y su onda expansiva ha llegado hasta la capital del Estado.

La banda terrorista acaba de hacer públicos unos documentos secretos que evidencian que la tregua que tantas esperanzas nos dio a todos los ciudadanos no era sino una trampa para atraer hacia sus filas y sus planteamientos más descaradamente independentistas a los nacionalistas del PNV y de Eusko Alkartasuna. Y ellos, sorprendentemente, dejándose llevar por esa misma ilusión de una paz duradera que nos arrastró a todos, siguieron el canto de sirenas de los asesinos.

Ahora, rota la tregua según dicen ellos por la escasa movilización independentista de los nacionalistas moderados, ETA se venga de quienes quisieron creer en su buena fe haciendo públicos los papeles que demuestran los encuentros entre PNV, EA y la banda terrorista.

La situación en Euskadi vuelve a ser explosiva. En cualquier momento los etarras pueden volver a empuñar las armas, los jóvenes manipulados desarrollan a sus anchas casi a diario su estúpida kale borroka y las fuerzas políticas se encuentran más enfrentadas que nunca. Justo el paisaje que ETA desea.

Es el momento de que nacionalistas y no nacionalistas reaccionen y unan sus esfuerzos en lograr esa Euskal Herria que ETA no desea: la unida, la libre, la pacífica, la próspera y tranquila, llena de gentes de todas partes, hospitalaria como siempre ha sido y empeñada en seguir adelante. Ahí, en ese país, los asesinos no tendrán ningún lugar.