El público asistente fue menor que en años anteriores. FOTO: JAUME ROSSELLÓ.

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En el día de ayer se celebró el tradicional Diumenge de l'Àngel en el Castell de Bellver. Con el pancaritat palmesano se ponía punto final a las celebraciones de Pascua. La organizadora de las distintas actividades programadas fue la Federació d'Associacions de Veïns de Palma.

La jornada se inició alrededor de las 10.00 horas, en Cort, con la subida a pie a Bellver encabezada por el alcalde de Palma, Joan Fageda, quien coincidió con el president Antich en la entrada al Castell.

La EMT había puesto un servicio especial que cubría todo el recorrido, con salida en la Plaça d'Espanya. Si el animoso palmesano decidía subir a pie se hacía recomendable una breve parada en la explanada Jovellanos, en donde los más pequeños, motivados por los buenos oficios de la monitora Cati Genovart, disfrutaron con diferentes talleres: pañuelos teñidos, maquillaje, cuento gigante, bolas malabares, acertar la bola. «Podemos dibujar un bosque, un ángel, el castillo. Y yo voy a dibujar un ángel», dijo Tamara, de 8 años. Sandra Rubio y Rocío Moreno, de 10 años, fabricaban bolas malabares rellenando globos con alpiste, «luego jugaremos con ellas», señaló Sandra.

En la explanada del Castell y zonas adyacentes fueron sucediéndose las distintas actividades "trobada de xeremiers, mostra folclórica, ball de bot, escenificación de la Passejada de l'Àngel" con la aprobación y satisfacción del público asistente, algo menor que en años anteriores, seguramente debido al puente y al buen tiempo.

En la misma explanada había carteles con el lema del 1º de Mayo, «Treballar per viure», aunque ayer habría sido más acertado, viendo a grandes y pequeños bailar y disfrutar con el ball de bot, el lema «Ballar per viure».

Para reponer fuerzas era obligado comer una panada o un robiol, que los más previsores habían traído desde casa. En cualquier caso, por 200 pesetas era posible disfrutar de un buen robiol o un trozo de coca de verdura.

Al·lots de Llevant y Castellers de Mallorca pusieron la nota de emoción con sus torres humanas. En el interior del castillo, varios ciudadanos emulaban a Karpov y a Kasparov, gracias al torneo de ajedrez que se había organizado. En el patio, la Societat Musical Instructiva Santa Cecilia de Son Rapinya y la Banda Simfònica S'Almudaina, por la mañana, y el Quinteto Proquín, por la tarde, hicieron las delicias del público.