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En junio de 1966, Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo, llegó a Mallorca para cumplimentar un densísimo programa de actividades a desarrollar durante su estancia de dos días en Mallorca. Tras descansar breves momentos en el hotel Victoria, donde se hospedaba, el ministro giró una rápida visita al lugar donde se emplazaría el Auditòrium. Tras asistir a varios actos, llegó a las Casas Consistoriales, donde en el zaguán fue recibido por el alcalde Máximo Alomar y la corporación municipal en pleno bajo mazas, rindiendo honores los tamborers de la Sala y la Policía Municipal en traje de gala. En el salón de sesiones le fue impuesta por el señor Alomar la medalla de oro de la Ciudad «en atención a sus constantes desvelos en pro de nuestra capital». Desde el Ayuntamiento se dirigió al diario «Baleares», donde debía ser recibido por el subdirector Eliseo Feijóo, quien acudió tarde a la cita porque el cuerpo de redacción tuvo la simpática idea "una de sus asiduas gamberradas" de encerrarle en el cuarto de baño, desde donde emanaba una sarta de gritos e improperios que dejó anonadado al ministro. Al día siguiente, Fraga vivió otra aventura fascinante. Subió al helicóptero de Planas Montanyà "el único existente en Mallorca y desde el cual realizaba sus fotografías aéreas" para realizar un recorrido sobre la urbanización «Lago de la Esperanza» de Alcúdia. Allí le esperaba el empresario Riera Marsá, a quien le comentó lo hermosa que resulta la experiencia «sabiendo que la madre de Planas pone un cirio a la Sangre cada vez que el chico sube a ese extraño aparato».