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«En un país imaginario se utilizan como medidas la grande, la mediana y la pequeña. 800 medianas equivalen a cien grandes. 100 medianas equivalen a 250 pequeñas ¿Cuántas grandes tienen el mismo valor que 100 pequeñas?». Esa era una de las preguntas que, una vez abierto el cuestionario, tenían que contestar los alumnos de cuarto curso de ESO que tomaban parte en las pruebas Cangur. Más de dos mil alumnos de bachillerato y últimos cursos de secundaria de las Islas se apuntaron, de manera voluntaria, sin presión alguna, a un concurso que se desarrolla a nivel mundial y que pretende acercar a los adolescentes al siempre temido mundo de las matemáticas.

El IES Josep Maria Llompart, con ochenta alumnos participantes, y el CIDE, con 188 inscritos, eran los centros con más participación. Charo García, profesora de matemáticas del Josep Maria Llompart, explicaba que «no se trata de matemáticas, se trata de que los alumnos tengan que razonar problemas matemáticos. No son sumas, multiplicaciones e integrales, sino que en los cuadernillos se les presentan problemas muy comunes que tienen que resolver usando razonamientos matemáticos».

Parece que nuevos aires se han adueñado de las matemáticas en los últimos tiempos: «Los fundamentos de las matemáticas no cambiarán, pero sí se evoluciona mucho en cuanto a la manera de enseñar esta materia», aseguraba Charo García, que se mostraba muy segura de que ese cambio continuará. Un compañero suyo, presente durante las pruebas Cangur, explicaba que «las matemáticas ya no son la asignatura más temida de la educación. Los alumnos las ven con otros ojos».

Las cuestiones
Puede explicar algo este aspecto el hecho de que el número de estudiantes inscritos en el IES Josep Maria Llompart sea tan elevado. Ellos tenían que responden a las treinta preguntas tipo test "según el nivel de estudios" que se les entregaba en la biblioteca. Las treinta cuestiones, formuladas por la Societat Catalana de Matemàtiques (una filial del Institut d'Estudis Catalans), tenían una sola repuesta correcta y una puntuación de treinta puntos. Los participantes, que tenían un tiempo de una hora y cuarto para contestar, podían perder puntos si la respuesta era incorrecta y no podían, en ninguno de los casos, utilizar calculadora.