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ANDREU GOMILA- BARCELONA
Las mallorquinas Francisca Porquer y Joana Maria Porquer abrieron el martes un nuevo camino en la cirugía española al protagonizar el primer trasplante entre adultos de parte de un hígado de una persona viva a otra necesitada. La intervención se llevó a cabo entre las ocho de la mañana y las once de la noche en el Hospital Clínic de Barcelona. Trece horas durante las cuales un equipo de cirujanos, dirigidos por el doctor José Carlos García Valdecasas, cortaron el 60% del hígado de Joana Maria (hija), el correspondiente al lóbulo derecho, para implatárselo a su madre (Francisca), quien padece una cirrosis hepática en fase terminal a consecuencia de la hepatitis C.

Joana Maria, una vez fuera de la UCI, de donde salió el jueves, declaró a Ultima Hora que se encontraba «bien», aunque sentía que le había pasado «un camión por encima». Francisca, todavía en la UCI, en una breve conversación telefónica, aseguró, con voz trémula, que su estado era positivo, sin desdeñar el pronóstico reservado de los médicos que le atendieron.

La técnica utilizada es alternativa al trasplante de hígado procedente de un cadáver, ya que entre un 10% y un 15% de las personas que necesitan un órgano nuevo perecen mientras esperan que se localice un donante. El tipo de intervención a la que fueron sometidas Joana Maria y Francisca Porquer se realiza desde hace cuatro años en el hospital madrileño de La Paz, pero sólo entre niños, debido a la enorme dificultad que supone obtener un órgano perteneciente al cadáver de un niño. Madre e hija permanecerán entre cinco y tres semanas, respectivamente, en el Clínic, aunque, como manifestó Ramón Porquer, marido y padre de las afectadas, «todo depende de cómo evolucionen».

Joana Maria, de 32 años, se mostró ayer muy satisfecha del resultado de la operación: «Lo hice para ayudar a mi madre y todo el dolor físico que pueda tener queda atenuado con mi alegría, ya que ha sido como devolverle la vida que ella me dio». Asimismo, agradeció al doctor Pere Vaquer, de Son Dureta, el apoyo prestado para que se materializase la operación.

El proceso que finalizará el día en que Francisca Porquer "de 65 años" vuelva a su residencia en Palma, comenzó hace 12 años cuando le diagnosticaron la hepatitis C. Hacia junio del año pasado le comentaron que su hígado corría peligro debido a la cirrosis. Y no sería hasta noviembre cuando pasaría a engrosar las lista de pacientes que esperan un órgano para recibir un trasplante. El doctor Vaquer puso en contacto a la familia Porquer con el doctor Rimola, conociendo las investigaciones del Clínic en materia de trasplantes. Entonces, se iniciaron las pruebas de compatibilidad para tratar de hallar a alguien con el mismo grupo sanguíneo de Francisca. Tanto Joana Maria como su hermano pasaron las pruebas, siendo ella la que llevaría a cabo el primer intento. Después de un mes de más exámenes, en los que los médicos calcularon el grosor, la masa y todos los elementos que posibilitaran la compatibilidad entre los hígados de madre e hija, se produjo la intervención de hace cuatro días.