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Cien años se dicen pronto. Pero atrás quedan muchísimas vivencias y recuerdos, unos más lejanos que otros, que compartir con las generaciones presentes. El 2000 pasará para muchos como un año muy rentable desde el punto de vista comercial y hasta en el plano esotérico, pero para la familia de Antoni Servera Salvà, será el año en que el «padrí» cumplió 100 años. Antoni Servera vivirá un año 2000 con muchas efemérides que celebrar, no sólo por haber logrado una vida tan larga y -lo que es más difícil- con salud.

Sino también porque en este nuevo milenio, el 19 de febrero, cumple su 67 aniversario de boda con la que ha sido su compañera en este largo viaje que es la vida, María Torres Torres. A su edad, «que no revela porque sigue siendo coqueta», bromea la hija de ambos, María admira la salud que conserva su marido, aún siendo bastantes años mayor que ella. Otro motivo de celebración en la vida de este anciano, cuya vitalidad es envidiable, -hasta el punto de que sus hijas han tenido que «prohibirle» recientemente que todavía vaya por la oficina donde tuvo su despacho-, es que paralelamente a su aniversario de boda, cumple 67 años como suscriptor de Ultima Hora .

Como explica su hija, «desde que tengo memoria, siempre le he visto leyendo el mismo periódico, y aún hoy lo hace, pues tiene la memoria bien clara, aunque ahora sólo le va bien leer los titulares y las letras más grandes». De este siglo de vida, Antoni Servera ha dejado huellas en la sociedad mallorquina y en concreto, en Palma. Fue el fundador del colegio oficial de administradores de fincas, que también presidió. Su madre ya había logrado dar un gran prestigio al negocio familiar, la «botiga» de alimentos selectos Ca'n Gall, en la calle Jovellanos, que aún hoy se recuerda entre la selecta clientela que tuvo el negocio, la créme de la Palma de las primeras décadas del siglo pasado.