TW
0

En pleno mes de febrero se pone de manifiesto la dramática escasez de lluvias en lo que llevamos de invierno. Llueve poco, poquísimo. Eso lo sabemos todos. Pero pocos de nosotros nos molestamos en tomar las mínimas precauciones que supondrían un ahorro sustancial de agua. Ante el grave problema se están escuchando propuestas de lo más dispar, como reanudar la 'operación barco', que nos trajo el agua a la Isla a precio de oro, o la más realista: ampliar la desaladora de agua de mar. Ante estas ideas responde el Govern con un argumento serio, pero poco realista: descartada, por supuesto, la 'operación barco', se opone a ampliar la desaladora. El Govern propone a cambio subir las tarifas del agua para fomentar el ahorro, además de incrementar el control, la mejora de la gestión y el uso racionalizado del agua, que, aunque escasa, resulta suficiente a ojos de la consellera del ramo, que ha lanzado un mensaje de tranquilidad. De hecho, entre el invierno del 99 y éste que estamos viviendo la diferencia de reservas de agua no es alarmante. Y tampoco sería preocupante si en la Isla viviéramos permanentemente los 600.000 habitantes que estamos registrados. El problema es que en verano llegarán a Mallorca más de diez millones de personas que, naturalmente, disparan el consumo de agua a cotas insoportables. De ahí que el simple ahorro del ama de casa en la lavadora, en la ducha o en el cubo de fregar resulte irrisorio cuando hablamos de cifras como éstas. Las respuestas al problema del agua, queda claro, tienen que darse a gran escala, incidiendo en los grandes consumidores, que son los hoteles y, no lo olvidemos, el sector agrario. Y, en el caso de que no llueva lo suficiente, la única solución viable como emergencia sigue siendo la desaladora, aunque resulte cara por el empleo de energía en grandes cantidades.