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En la Soledat, desde hace unos años, los obstáculos parecen ser muchos y, a la vez, difíciles de resolver. Así, los residentes y comerciantes de la zona se encuentran especialmente preocupados por temas como la inseguridad ciudadana, el exceso de suciedad, el tráfico de drogas, la falta de infraestructuras, la marcha de los jóvenes a otras barriadas de Palma o la no integración de los nuevos grupos de inmigrantes. Antonio Pons, rector de la parroquia de la Soledat durante estos últimos cuatro años, afirma que «la barriada se encuentra muy degradada» y que «esta degradación va en aumento», quejándose además de lo que él considera una presencia policial nula. De la misma opinión es Antonio Borrás del Barrio, natural de la Soledat y presidente de la Federación Balear de Fútbol, quien también apunta otros problemas más, como son «una dejadez de limpieza infernal» o el peligro real de accidentes que supone la rotonda de la carretera de Manacor «para los residentes jóvenes que van y vienen con sus motocicletas».

Jóvenes que, según Félix Peralta, vecino de la Soledat, necesitarían más centros y locales «donde poder entretenerse» para no tener que vagar por las calles, evitándose así el riesgo de que entren en contacto con compañías poco recomendables. Años atrás, un factor de integración de los chicos en la barriada eran las diferentes secciones del Soledad, club de fútbol fundado en 1928. Hoy en día la situación ha cambiado, como reconoce el propio presidente de la entidad, Jaime Capellá, pues «la gente joven sana se va yendo del barrio» y quienes vienen de fuera no se integran. También es cierto que ahora hay dos clubes más en la zona. En opinión del máximo responsable del Soledad, «la inseguridad y la delincuencia parecen haber disminuido un poco en los últimos meses, cosa que no puede afirmarse de la suciedad que se detecta a diario en las calles».

A este respecto, el rector Pons nos dijo que es habitual ver circular ratas de gran tamaño al caer la noche en sitios como, por ejemplo, la calle Bogotá.

Diversos comerciantes y vecinos de la Soledat declinaron amablemente darnos cualquier tipo de opinión sobre la situación de la barriada, alegando que el ver sus nombres impresos les podía traer más desventajas que beneficios. Algunos residentes, garantizado el anonimato, nos comentaron que se ha producido un aumento de gamberrismo en las calles, que desearían un ambulatorio más próximo a su barriada "pues el centro Emili Darder se encuentra en el extremo del Polígon de Llevant" y que consideran muy difícil que se construyan parques y jardines dada la peculiar estructura urbanística de la Soledat. Desde la Asociación de Vecinos de la Soledat nos dijeron que creían que los problemas del barrio son comunes a los del resto de barriadas y que, por el momento, preferían no hacer declaraciones, ya que estaban a la expectativa de posibles mejoras "prometidas ya por la administración local" en los próximos meses, como por ejemplo la construcción de un centro cultural en la antigua fábrica de Ca'n Ribas. No todas las opiniones fueron sólo críticas; así, Biel Rosselló, que trabaja y vive en la Soledat, nos dijo que «desde que hay el cuartel de policía la barriada se ha ido normalizando». Para Alberto Pons, responsable de un restaurante en la zona, «ahora hay menos tráfico de drogas y el barrio está un poco mejor»; por otra parte, considera también deseable la integración de los inmigrantes extracomunitarios, «aunque creo que es difícil, entre otros motivos, por razones idiomáticas».