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«Oiga usted, que Tim Jeffries no es tan rico como se dice, eh...»
Anteanoche, camino de sa Llonja, donde se impuso la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio a nuestro presidente, Pere A. Serra, me encuentro con Bernardo Quetglas, quien en apenas cinco minutos atendió media docena de llamadas por el móvil, por lo que deduzco que se pasa casi todo el día con el aparatejo ése pegado a la oreja. Entre llamada y llamada, logro darle la enhorabuena por la boda de su hija, a celebrar el próximo sábado, a medio día, en Santa Teresita, con almuerzo, merienda y cena en Son Termens. Por cierto, los novios tendrán un viaje de idem de dos meses y medio a lo largo de todo el mundo. A poco de entrar, veo a Marily Coll, que me dice que regresa al día siguiente a Madrid, ya que por la tarde interviene como tertuliana en el programa de María Teresa Campos, en la COPE. Me cuenta que estuvo en Chicago, donde coincidió con Gregory Peck y Norma Duval, a quien vio también la semana pasada en Palma.

En éstas estaba cuando se me acerca alguien que no conozco mucho, pero que se ve que me conoce a mí, y me aporta dos datos nuevos a mi colección de datos sobre la pareja Schiffer-Jeffries. Uno, que Tim no es tan rico como se dice que es, «lo sé de buena tinta», asegura; dos, que Claudia, uno de los días que estuvo en Mallorca "hace dos semanas, ¿recuerdan?" calzó unos Camper, de esos de cordones anchos, igualitos a los que lució el presidente de China en su última visita a Francia. «Pues "le digo" yo también tengo unos iguales». O sea, que ya somos tres. Cerca de la entrada descubro al príncipe Tchokotouak y a Cristina Macaya, que va de un sencillo pero elegante que se sale. Creo que son de las pocas personas capeces de aislarse estando en plena multitud. Como anteanoche.