Una empleada del laboratorio donde fue trasladado el bloque de hielo muestra el aerolito, de dos kilos de peso. Foto: JAUME ROSSELLÓ.

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DANI BAGUR Un bloque de hielo cayó ayer por la mañana en Maó, unos minutos antes de las siete de la mañana y otro cayó, supuestamente, en Formentera. Con respecto al hallado en Menorca, dos empleados que trabajan en un edificio en construcción en la confluencia de las avenidas Vives Llull i Menorca escucharon un fuerte ruido de «algo que caía muy cerca de nosotros, a unos tres metros».

Uno de ellos, al no saber exactamente lo que estaba ocurriendo se refugió en su coche. El otro, al darse cuenta de qué era lo que había estado a punto de caerles encima, lo recogió en una bolsa de plástico. Fue entonces cuando se puso en contacto con la policía municipal para informarles de lo ocurrido, no sin antes asegurarles que no se trataba de ninguna broma.

La policía se personó en cuestión de minutos y se «llevó el aerolito al laboratorio Munditest para que procedieran a su análisis», según nos cuenta el jefe de la policía Rafael Le-Senne. A continuación se dio parte del hecho al CSIC. Este centro estudia los casos que se están dando estos días en todo el territorio español, y al mediodía ya recogió los restos del bloque de hielo.

Según datos de Munditest, el aerolito pesaba 1'913 kilos, y tenía el volumen de un balón de baloncesto. Aunque su textura no presagiaba ningún hecho extraño, sino más bien parecía hielo común. Esta hipótesis, la de una broma, «es precisamente la que estamos intentando descartar en primera instancia, aunque no será hasta mañana "por hoy" cuando tengamos los resultados del análisis, ya que están primero descongelando un pequeño fragmento lentamente para que no sufra ninguna alteración», nos aseguró el teniente de alcalde del ayuntamiento de Maó, Ernesto Ribalaiga. Y es que todo el mundo está intentando ser cauto en las posibilidades, ya que desde el primer caso de un bloque de hielo que se desprendía del cielo, se han ido multiplicando las tan extrañas apariciones. «Se vive», dijo Ribalaiga, «unos momentos de auténtica psicosis con estos bloques de hielo, y ya se ha dado algún caso de bromas pesadas». Es de esperar, por lo tanto, que a lo largo de hoy el número de aerolitos caídos pueda aumentar, dada la progresión exponencial de sus desprendimientos. Para muchos de los aerolitos caídos en los últimos días la hipótesis que toma más fuerza es la de una broma de mal gusto. Y la de Maó es un claro ejemplo. Tal y como destaca Tóbal Torrent, «bien podría tratarse de algún vecino gracioso, no estoy seguro». Si se trata de una broma es de evidente mal gusto. Cayó a tres metros de Tóbal y su compañero. Dos segundos más tarde y las consecuencias de las que ahora estaríamos hablando serían mucho más trágicas. Un primer caso de broma se conoció ayer mismo. Un camionero la puso en una carretera para gastar una broma a un compañero. Se supone que a lo largo de estos días los análisis irán separando las bromas de los hechos todavía por explica. Si es que tienen una explicación, claro.