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Las Navidades del año 1968 fueron el anuncio de una nueva etapa en nuestra vida palmesana. El concejal Josep Planas Montanyà, nombrado por el alcalde Alzamora delegado especial de iluminaciones y ambientación navideña, había conseguido lo nunca visto; que cuarenta y seis calles de Palma se iluminasen ambientando las fiestas más entrañables del año "como decía el periodista Bartolomé Suau " «a tono con la categoría y los sentimientos cristianos de Palma».

El año anterior sólo pudieron iluminarse doce calles, por lo que la Navidad del 68 fue singular, ya que Palma dio el aldabonazo más sonoro tomando la acción más rotunda para conseguirlo. Hacía falta un elemento coordinador y se encontró: Josep Planas. El fotógrafo y concejal del Ajuntament de Palma no dejaba de citar la eficaz e incondicional colaboración de su buen amigo Juan Frau Tomás, presidente de la Cámara de Comercio y de los miembros de la asociación de comerciantes de Palma.

Con un presupuesto inferior al del año sesenta y siete "el coste total era de tres millones de pesetas" se quintuplicó el número de instalaciones y cerca de doscientas mil bombillas iluminaban Ciutat desde la víspera de la Inmaculada. De este modo, Palma fue la primera ciudad española que inauguró su iluminación navideña. En las «coplas sin malicia» que Gil Arribato publicaba por aquellos días en «Baleares» podíamos leer lo siguiente:
«Por ciudades y por villas la consigna crece y crece
Pepe Planas se merece llamarse Pepe Bombillas».