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El barrio marinero de es Jonquet se levanta sobre un pequeño 'terrer' que acababa en pendiente hacia el mar. La existencia de un lugar en el que crecían juncos dio nombre al antiguo rafal, del cual tomó nombre la barriada. En el año cincuenta el periodista de Ultima Hora Eduardo Fernández Planas llevó a cabo una campaña en favor del saneamiento y urbanización de es Jonquet. Contaba Fernández el porqué de esa campaña y recordaba la voz trémula de una anciana de lacios y grasientos cabellos diciéndole: «Mi mayor ilusión sería vivir algún dia en una casa limpia y sana pero siempre aquí, a la verita del mar, mirando cómo nuestros maridos e hijos se hacen a la mar o regresan». Aunque en aquellos años, el presidente del Fomento de Turismo e ingeniero jefe de Obras del Puerto afirmaba que la ciudad de Palma vivía con euforía la era urbanística en la que se encontraba, en es Jonquet se alineaban edificaciones de aspecto deplorable y faltas de las más mínimas condiciones higiénicas. Gabriel Roca Garcías aseguraba que la urbanización de cien viviendas en es Jonquet se iniciaría de manera inmediata respetando su altimetría, así como los molinos y los escarpe. En la fotografía que Planas Montanyà tomó en la primavera de 1951, se intuye cómo tras la desconsolación de esa pared bulle la vida y, entre molinos y desmontes decorativos, se levanta un barrio que limita con lo desconocido. Veinte años más tarde, los habitantes de este enclave de la ciudad no oteaban ya las luces de los barco en la bahía sino los rótulos luminosos de las discotecas.