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Se han reunido los países más importantes de Occidente para debatir, entre otras cuestiones de actualidad, el conflicto que asola Chechenia, que pone los pelos de punta al contemplar la catástrofe humanitaria que se registra tras la intervención militar rusa para evitar que la región se separe del resto de la nación.

Estados Unidos y la mayoría de los países europeos "y en ese sentido ha ido la intervención del presidente del Gobierno español, José María Aznar" han compartido con Rusia la importancia que para una nación tiene su integridad territorial, aunque todos han coincidido también en condenar los métodos usados por el presidente Boris Yeltsin a la hora de garantizar esa unidad.

Siempre es bueno recomendar la paz e insistir en que cualquier conflicto puede tener una solución negociada, aunque sea más larga y costosa que una guerra, que siempre debería ser la última opción. En este sentido la OSCE puede convertirse en un magnífico elemento intermediario para resolver asuntos delicados como éste y como tantos otros en los que la ONU se ha demostrado inservible.

Y ahí está precisamente el 'quid' de la cuestión, pues la Carta de Seguridad Europea que redactan los mandatarios occidentales ve necesario poder intervenir también en conflictos internos o civiles cuando se presienta el riesgo de que la guerra pueda extenderse.

En un alarde de sentido común y tras arduas negociaciones, los rusos han aceptado la mediación de la OSCE, que tiene ante sí una ingente tarea, la de convencer a rusos y a chechenos de que abandonen la lucha armada para sentarse en una mesa de negociación que logre encontrar una salida satisfactoria para todos los enfrentados, sin caer en la tentación de una guerra larga e inútil.