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Acaba de regresar de Roma, donde ha sido recibido por el Papa Juan Pablo II coincidiendo con la celebración de sus sesenta años de sacerdocio. Bruno Morey, canónigo doctoral, admirador de Pío XII "«al que tacharon injustamente de antijudío»" y hombre que goza de una salud envidiable a sus 84 años, solicitó una audiencia con el Papa y fue recibido a las puertas del Vaticano.

«Era la segunda vez que era recibido en audiencia privada por el Papa. Esta vez le encontré muy agotado, hablaba poco. Me fijé en las cuatro o cinco personas que fueron delante de mí. Apenas habló con ellas porque antes había realizado doce discursos, en varios idiomas. Vi que se limitaba a agradecer la visita. Cuando me llegó el turno le pedí la bendición para poder seguir muchos más años al servicio de la Iglesia y le entregué un libro con pinturas de Onofre Prohens. Le hablé de Ramon Llull y le pedí que me autorizara a entregar la bendición en su nombre a los ermitaños que suelo visitar. Me dijo que sí».

Fue un encuentro emotivo: «Es un Papa incansable. Ha sido un gran Papa, aunque se le ha discutido mucho. Como genio, no ha sido captado por mucha gente. Lo encontré apagadísimo, se le nota cansado. Le dije que todos pedíamos para que Dios le concediera ver el año 2000, que es una de las cosas que desea Juan Pablo II».