Los mandatarios visitaron Mallorca. Foto: JAUME ROSSELLÓ

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A tenor de la gente que se dio cita en la Plaça de la Cartoixa para verlos "y saludarlos", la visita, de privada, no tuvo nada. Nos estamos refiriendo, naturalmente, a la visita que en este fin de semana han realizado a Mallorca, con "según reza el programa" carácter privado, el presidente del gobierno polaco, Jerzy Buzek, y sus esposa, Ludgarda Buzek, a quienes acompañaron José María Aznar y su esposa, Ana Botella, y que ayer, domingo, pasó por Valldemossa, donde el mandatario polaco y señora depositaron una corona de flores, con una cinta con los colores de la bandera polaca, a pies del busto de Frederic Chopin.

Aznar y Buzek, con sus respectivas esposas, llegaron a la plaza a bordo de un monovolumen conducido por aquél, procedentes de la ermita de Valldemossa donde habían estado oyendo misa y "suponemos" flipando con el panorama que desde ella se divisa. Dándoles la bienvenida estaba el consistorio valldemossí en pleno, alineado frente al busto del músico. La nieta del batle, Caterina Muntaner, ataviada como una beateta, ofreció flores a las damas. Aznar la tomó en sus brazos y paseó con ella unos metros.

Entonces se escuchó un ¡Ehhh, Dzien dobry, Panie Premieze, que significa, ¡Eh, hola, señor primer ministro!, lo que hizo que Buzek se acercara a unos turistas polacos a saludarlos, entre los que se encontraba una joven de Sao Paulo, fiscal para más señas, a quien Buzek dio un abrazo pensando que era polaca, equívoco que diluyó la fiscal turista, mostrándole su credencial y... ¡Vaya plancha, no!