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Nekane Domblás L as calenturas del verano de las que tanto habló José María Aznar en su última rueda de prensa en el Palacio de Marivent parecen haber afectado especialmente a algunos miembros de su partido en las Islas. Los movimientos que se están dando en el seno del PP durante este mes de agosto responden a la cercanía del congreso de los populares, que se celebrará el próximo 2 de octubre.

En estos momentos, es Jaume Matas el único que ha anunciado oficialmente su intención de presentar candidatura a la presidencia del partido. Si Matas hubiera ganado las elecciones, ahora sería el presidente del PP in pectore. Sin embargo, el PP ha pasado a la oposición. En Mallorca los resultados fueron similares a los del hace cuatro años pero en Menorca, Eivissa y, sobre todo, en Formentera, el PP sufrió un auténtico descalabro.

Un sector del PP, encabezado por el ex president Gabriel Cañellas, quiere hacer responsable a Matas de la derrota de los populares. Pero hay más. Aprovechado el malestar de algunos por haber perdido sus cargos, Cañellas ha comenzado a reunirse con dirigentes del PP de todas las comarcas para tratar de sondear qué posibilidades tiene en el congreso si presenta una candidatura alternativa a la de Matas. Cañellas quiere recuperar el control del PP, pero es consciente de que no puede ser él quien encabece la candidatura. Aznar le obligó a dimitir por el escándalo del túnel de Sóller y años después fue condenado por los tribunales por este asunto, aunque le salvó la prescripción.

En este contexto, la operación de Cañellas es intentar controlar el partido «por persona interpuesta»: Catalina Cirer. La delegada del Gobierno, de momento, símplemente se deja querer. Y eso que juega con fuego porque Madrid, es decir José María Aznar, apuesta por Matas, a quien considera la imagen del nuevo PP.

Durante todo el mes de agosto, Cañellas y Matas han ido midiendo sus fuerzas en el partido con sucesivas cenas más o menos conspiratorias en el caso del primero. Cañellas sabe que, con Matas, el PP no será «su» PP, un partido arcaico, sometido a su voluntad y claramente ladeado a la derecha. El fundador del partido cuenta con algunos apoyos que ya son clásicos y con otros sorprendentes, como es el caso de Cristòfol Soler, a quien Cañellas eliminó del mapa cuando dejó de serle fiel.

En medio de estas dos corrientes nada el actual presidente del partido Joan Verger, que no sabe muy bien hacia qué orilla inclinarse. En las próximas semanas, se sucederán los contactos y a finales de este mes se sabrá si hay una candidatura o dos. Hay algunos que promueven una tercera vía, pero es una solución poco factible. De momento, Matas continúa sus reuniones para convertirse en presidente del PP. Ha lanzado una oferta de integración que, de momento, sigue sin respuesta.