Valentino se llevó a Claudia a navegar. Era de esperar. O al menos,
me lo esperaba. El sexto sentido "¿existe?" nos indicaba que,
habiendo cenando juntos el jueves en el restaurante del Club de
Mar, donde pudieron hablar largo y tendido de sus cosas, casi todas
relacionadas con la moda y el diseño "¡a ver si no!, ella modelo y
el diseñador", debieron de quedar para navegar en el barco de él,
el maravilloso «Blue One», azul y único, sin duda un cinco
estrellas sobre el mar, con bastantes años de navegación pero como
si acabara de salir de los astilleros. ¿Que cómo pudo haber salido
Claudia de su casa, sin que nadie repare en ello, con la cantidad
de fotógrafos que hay en la puerta? ¿En el maletero? No. Eso ya no
se estila. Madrugó. Muy tempranito, cuando no había nadie de
guardia, la vinieron a buscar en un coche. Así de simple. Lo cual
nos obligará a madrugar aún un poquito más.
Bien. El «Blue One» se había instalado a unos quinientos metros
de la cala, en cuyo fondo hay un minúscula playa de piedras en la
que los dueños de algunos de los barcos que fondean en los
alrededores se bañan. Tras hora y media, o posiblemente más tiempo,
de observarlos en cubierta charlando y tomando el sol, a través del
catalejo nos pareció que él, en bañador fuccia "creo", le dijo a
ella, en biquini negro, «¿qué, nos damos un bañito en la cala?», y
ella aceptó. En apenas un minuto se montó el tingladillo del
desembarco en la 'gomonne'. Primero accedió a ella Claudia, a
continuación su hermana, también en biquini negro, aunque un pelín
más pequeño que el de la top model, luego su hermano y por último,
Valentino, ¡ni un gramo de grasa!, que se sentó a popa. ¿Y a dónde
dirán que fueron a parar? A la cala. Debajo, muy debajo, eso sí, de
donde nos encontrábamos. ¡A eso le llamo yo suerte! Porque si nos
ponemos a propósito es que ni nos sale. Una vez en la cala, ¡todos
al agua!, Valentino y Claudia con sus hermanos en remojo, una
imagen poco habitual, yo diría que insólita, sólo posible en
Mallorca, porque, dígame, ¿dónde pueden coincidir los dos, con el
agua hasta el cuello, sino en Mallorca?
Pedro Prieto.
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