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Un año más se siguen destruyendo naranjas en Balears y principalmente en Sóller, la localidad con más arraigo en el cultivo de esta fruta. Según ha podido saber este diario cada semana se destruyen una media de cuatro toneladas de naranjas. No obstante, el gerente de la cooperativa Fruita Bona, Joan Moll, señalaba al respecto que las cantidades destruidas eran mínimas, y que la mayoría de las naranjas que se retiraban iban a parar de alimento a los animales.

Fuentes de la Conselleria d'Agricultura, Comerç i Industria del Govern señalaron ayer que este año se han retirado ya del mercado un total de 356.000 kilos de naranjas. La Unión Europea fija unas subvenciones para las naranjas que no pueden ser vendidas de 23 pesetas por kilo (20 pesetas van a parar al agricultor y el resto son para sufragar la gestión y el transporte para su destrucción). Esta indemnización pretende mantener unos precios relativamente estables y por encima de unos mínimos. Según explica Joan Moll, estas ayudas de la UE al agricultor se mantendrán hasta el año 2002, fecha que se ha dado como límite para la autoregulación del mercado y a partir de ahí se cancelarán las ayudas. Cuando ello suceda los agricultores no recibirán ninguna contraprestación económica por los excedentes y según dice Moll «entonces sí habrá un caos».

La destrucción de naranjas procedentes de las cantidades retiradas para evitar una caída de los precios es este año muy inferior a la de temporadas anteriores en que en lugar de buscar previamente una salida a estos excedentes se optaba por su destrucción. Según los datos facilitados por Agricultura un 70% de las naranjas retiradas (unos 250.000 kilos) han servido para la alimentación del ganado y un porcentaje elevado que no fue precisado por la conselleria se ha destinado a los colegios para hacer zumo. Sobre la destrucción de naranjas, fuentes de la Conselleria d'Agricultura, Comerç i Indústria aseveraron que las cantidades destruidas han sido escasas en comparación con los kilos retirados.

Desde la conselleria se señala que esta «drástica» reducción de las naranjas destruidas, que no retiradas, es fruto de las campañas de concienciación iniciadas entre los agricultores con el fin de darles un uso y no tener que destruirlas.