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Comienza el verano y, con él, una larga lista de actividades acuáticas dirigidas al consumidor juvenil que ha dejado aparcados los libros hasta septiembre. Ayer una veintena de alumnos comenzaron sus clases en la Escuela Municipal de Vela de Port Punta Portals, clases ajenas a los exámenes y centradas en el aprendizaje de la vela ligera, en sus apartados de iniciación y perfeccionamiento. A las diez de la mañana estaban citados los niños con sus padres. Todos subieron a una sala y Àngel Méndez y Carlos Torres (los monitores) pasaron lista. Faltaban cinco. Media hora más tarde comenzó el curso para los 17 alumnos con unas breves explicaciones teóricas que los pequeños escucharon con más o menos atención, a la espera de «montar en las barcas». Antes de disfrutar en el mar, el grupo aprendió la importancia del viento para navegar, los distintos rumbos y las partes básicas de un barco. Después, y ya con los chalecos salvavidas, comprobaron in situ sus habilidades en el manejo de un 'optimist'. «A lo mejor me mareo, pero no tenemos miedo. Ya nos habíamos montado antes en un barco, pero nunca en uno de este tipo», afirman Neus Monleón, Luis Peña, Mateo Bauzà y Yaiza Bauzà.

Con edades entre los 5 y los 14 años, los alumnos se repartieron en diferentes grupos: los más pequeños tuvieron su primer contacto con la vela y los mayores disfrutaron de una relativa independencia a la hora de salir al mar.

«Más de 600 personas habrán pasado por esta escuela cuando termine en verano. En total, tenemos listos para navegar 25 barcos, pero podemos llegar a atener diez más», afirma Àngel.