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Después de haber estado cubriendo informativamente una jornada electoral con Jaume Matas, resulta un «palo» muy grande el tener que seguir a alguien como el candidato socialista Francesc Antich, porque el primero es un «caramelo» para cualquier reportero poco concienciado, y el segundo es un «soseras», de lo normal que resulta en su paseo «electomercantil».

No puedo decir quién ganará el día 13, pero sí estoy en disposición de asegurar que si existiera el besómetro, medidor o contador de besos, ganaría de calle el candidato del PP, puesto que en los mercados de Algaida y Llucmajor Francesc Antich sólo fue capaz de dar tres besos, tres, y precisamente a otras tantas damas conocidas, o sea, de amistad personal, que no electoral, y así, sin besar electoralmente, no se va a ninguna presidencia. La única vez que tuvo un amago de «besez» fue en Algaida, al paso de los niños en fila india. Él se agachó y sonriendo hacía como que les decía cosas, más que nada porque los de la televisión tomaban imágenes.

En Algaida, su feudo natural, a Antich le reprocharon que como candidato a la presidencia, en Palma la propaganda electoral con su cara era casi inexistente. Él mismo reconoció que su compañero candidato a la Alcaldía palmesana, Antoni Roig, le ganaba de calle en cartelería. El Francesc Antich candidato se parece demasiado al Francesc Antich persona. Durante el reparto electoral de claveles y programas, en ambas poblaciones, parecía que le daba como corte, y hasta parecía que pedía permiso para entregar la propaganda.